Reproducimos las planchas que concurren a las elecciones del Círculo de Bellas Artes de Tenerife

Abril 25th, 2024

Elecciones en el Círculo de Bellas Artes de Tenerife en un momento clave para una institución que ha sido señera por lo que ha significado a lo largo de su Historia para la vida cultural de la isla y el archipiélago.

El Círculo de BBAA celebrará el año próximo su centenario aunque quedan muchas cosas por arreglar desde dentro y que con suerte podrían, si no solucionarse sí que atenuarse a partir del próximo lunes, 29 de abril, en la que están llamados a votar sus más de doscientos socios al nuevo equipo que gestionará la institución los próximos cuatro años

De momento, se espera que se dé respuesta a muchas preguntas como ¿dónde se encuentra la colección de arte del Círculo de Bellas Artes?, así como que se cambien las líneas de acción que no se desarrollaron en el pasado como acoger exposiciones siempre a través de una convocatoria pública dirigida a artistas plásticos locales e internacionales y la concurrencia de un equipo curatorial externo o interno en su selección.

Otras asignaturas pendientes que arrastra el Círculo de BBAA es su reapertura –llevaba cerrado desde 2018 (¡!)– tras adaptarse el edificio a las nuevas normas urbanísticas aunque como se recordará abrió provisionalmente las puertas en febrero de este año para acoger una retrospectiva del artista Néstor Santana.

La sede de la institución se ha remozado en la aplicación de la normativa de seguridad y aunque se está pendiente de concluir las obras todo parece indicar que, tras las nuevas ayudas ya comprometidas, se podrán finalizar los remates y dotar de equipamiento al teatro, incluido el equipo de aire acondicionado y el nuevo mobiliario que contendrá.

Se presentan a las elecciones convocadas para el lunes 29 de abril dos planchas y no una como se pensaba al principio. La segunda se armó hace apenas esta semana, lo que frustra al equipo de Dulce Xerach Pérez que esperaba que su lista fuera la única que concurriría al proceso electoral para hacerse con comodidad con las riendas del Círculo de BBAA.

Sin embargo, y ayer mismo, 24 de abril, se anunció que participaría en las elecciones otra plancha, que encabeza José Valladares, quien como Dulce Xerach Pérez, también presidió la institución en el pasado.

Hemos conseguido las dos planchas con los nombres de los candidatos que concurren a la elección que tendrá lugar este lunes 29 de abril, entre las 18 horas de la tarde en primera convocatoria y las 18:30 en segunda, en la sede de la institución, ubicada en la calle del Castillo.

LAS DOS LISTAS ELECTORALES PROPUESTAS

1)

Presidencia: José Jiménez Valladares
Vicepresidencia primera: Samuel Cabrera Daris
Vicepresidencia segunda: Alfonso Miguel García Hernández
Tesorera: Ana Isabel Lorca Pérez
Secretaría: María José Peraza Santana

Vocales:

Celestino Celso Hernández Sánchez
Román Hernández González
Sira García Sánchez
Blanca Carnicero Peinado
Isabel Genovard Carnicer

2)

Presidencia: Dulce Xerach Pérez
Vicepresidencia primera: Pura Márquez
Vicepresidencia segunda: Alejandro Tosco
Tesorero: Corviniano Clavijo Rodríguez
Secretaría: Carmen Rosa García Montenegro

Vocales:

Carlos Belda
Ramón Martín Burgueño
Irina Darías M.
Mariano Gambín
Ana Quesada
María del Pilar García

Saludos, alea jacta est, desde este lado del ordenador

Leopoldo, una novela de Jorge Fonte

Abril 24th, 2024

Jorge Fonte es una de las personas que conozco que más sabe de Walt Disney y Woody Allen, personajes a los que ha dedicado varios libros. En su ya más que respetable bibliografía, cuenta con otros textos de cine dedicados a directores como Steven Spielberg, Oliver Stone y John Lasseter, entre otros.

Hace unos años, sin embargo, apostó por interrumpir su producción de libros de cine para decantarse por la literatura de ficción. Es autor de dos volúmenes de relatos eróticos (Natalia y otros relatos solo para adultos y Milena Velba y más relatos para adultos) y de varias novelas. En la primera de ellas, Una isla a la deriva, que se desarrolla en El Hierro, promete lo que da, evasión, mientras que la segunda, Llevadme a ver el mar, se sumergió en las aguas del género histórico al recrear la ciudad de La Laguna de mediados del siglo XVII para narrar con pulso los turbulentos amores entre el noble don Jerónimo de Grimón y Rojas y la monja sor Úrsula de San Pedro.

A partir de entonces Jorge Fonte ha seguido indagando en el género. Su tercera ficción, El hijo del apotalado, volvió a desarrollarse en la isla de El Hierro durante la Guerra Civil y se trata de uno de sus títulos más interesante porque sabe recrear muy bien aquellos días infames.

En el 2022 publicó la novela corta From Me To You. The Beatles en Tenerife, en la que narraba la estancia de tres miembros del grupo (George, Paul y Ringo) en el norte de la isla a través de cartas y recortes de prensa y en los que se apreciaba una constante en toda su literatura, sea el ensayo como la ficción, y es la cuidadosa investigación que emprende para contar sus historias “basadas en hechos reales”.

Leopoldo (Colección Agustín Espinosa, Gobierno de Canarias, 2023) rompe ligeramente la trayectoria que estaba caracterizando la obra del escritor. Se escribe ligeramente porque no se trata de un libro en el que se tire por la ventana pero sí que tiene ambiciones ya que lo que desencadena la acción y casi transforma a su protagonista en otra persona es un nuevo caso en el que debe trabajar, el crimen de la familia Alexander. Este horripilante suceso le sirve de telón de fondo para ahondar en las dudas que le asaltan a su protagonista, que llega a poner en duda su sentido del bien y del mal.

El Leopoldo que da nombre al libro es un juez destinado en Tenerife a quien le toca llevar este caso criminal, uno de los más espantosos de la crónica de sucesos en Canarias. Sucedió a inicio de los años setenta en la capital tinerfeña cuando se descubrieron en una céntrica vivienda los cadáveres de tres mujeres (Dagmar, la madre y Marina y Petra, dos de sus hijas) asesinadas brutalmente por el padre (Harald) y su hijo /hermano (Frank), quienes obedecían, según ellos, órdenes celestiales. Escapó de aquella orgía de sangre Sabine, una de las gemelas porque no se encontraba aquel día en la vivienda familiar.

Como en sus novelas históricas anteriores, el caso está rigurosamente documentado, accediendo el escritor a fuentes poco conocidas. El resultado es un interesante trabajo aunque la sustancia que anima a la obra, y que no es otra que el macabro crimen cometido, se convierte en sombra con el fin de oscurecer la mente de su protagonista, hasta ese momento un hombre honesto y muy familiar que tras conocer a Harald y Frank comienza a oír voces y a cuestionarse ¿qué separa el bien del mal?

Para narrar este proceso de paulatina transformación, de esa dualidad que se fragmenta para que una de las partes domine a la otra, trata en el fondo el libro. El crimen, el asesinato que aquellos iluminados carniceros realizaron porque obedecían órdenes de Dios pasa a un segundo plano pero no deja de ser el desencadenante, no el motor, que pone en movimiento a esta la novela.

Leopoldo cuenta con numerosas descripciones de la capital tinerfeña, algunas de cuyas zonas documenta Jorge Fonte más con espíritu informativo que como paisaje con personalidad dentro del relato. Para visualizar las dudas que asaltan al buen juez, las convierte en palabras que terminan en largos diálogos con un amigo que es sacerdote, un sacerdote progresista y moderno en la oscura España de aquellos años. Estas conversaciones son reflexiones que poco aportan al curso de la historia.

Se aprecia en el libro una férrea voluntad por recrear de manera “realista” aquel Santa Cruz de Tenerife de principio de los años 70 y se agradece que el autor no caiga en el morbo al inspirarse en un crimen tan espantoso, y eso contando con la documentación necesaria para invitarlo a que así lo hiciera.

El protagonista, Leopoldo, resulta humano por las contradicciones en las que incurre cuando comienza a dudar de lo que es realmente el bien y el mal, que encuentre o no respuestas es una de las claves más señaladas de un libro donde por mucho que se esfuerce no se entiende cómo Harald y Frank actuaron como lo hicieron, tampoco que padre e hijo piensen que lo que hicieron estuvo bien porque fue mandato divino.

La novela consta de 51 capítulos que se distribuyen en más de trescientas páginas y cuenta con un Epílogo y un extra, Desmontando a Leopoldo, donde Jorge Fonte explica cómo trabajó al personaje y el libro.

LO MEJOR: La documentación que recopiló el autor para escribir la novela. Y no solo la relacionada con el espantoso crimen que la inspira. Se agradece, además, que no incida en los datos más sangrientos de aquel asesinato.

LO PEOR: Si se tiene en cuenta que el espantoso crimen sirve para contar la paulatina transformación que sufre el protagonista, poco. No es una novela sobre el asesinato sino de cómo le afecta al protagonista las conversaciones que mantiene con los asesinos.

Saludos, encadenados, desde este lado del ordenador

Día del Libro. Un paseo sentimental por las librerías de viejo, de ocasión y de libros usados de Santa Cruz de Tenerife y La Laguna

Abril 23rd, 2024

“De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”.

Jorge Luis Borges

No me gusta celebrar el Día del Libro porque todos los días deberían estar dedicados a ellos pero como nos movemos por fechas para que despierten nuestras dormidas conciencias me sumo hoy a esta celebración hablando de una serie de garitos, en el mejor sentido de la palabra, como son las librerías de viejo, de ocasión, de libros usados que a mi, personalmente, me han deparado grandes sorpresas y la oportunidad de completar con ediciones raras la biblioteca de mi casa, que se reparten en tres habitaciones de la mansión en la que vivo, con libros en las estanterías y en el suelo porque el espacio no da ya para más.

Afortunadamente resido en una ciudad que ha contado con buenas librerías de viejo, como Sonora, después tienda de discos con el mismo nombre que recientemente cerró sus puertas, y la inolvidable Música y labores, que estaba situada en la avenida de Ramón y Cajal, espacio que hoy ocupa una barbería. Recuerdo de Sonora a su responsable, un tipo con gafas oscuras, bigote moteado por la nicotina y vozarrón de garganta quemada de tanto fumar y un cartelito en el que se leía algo así como “Libro prestado, libro robado”, lo que es una gran verdad.

En Música y labores no es que se comprara demasiados libros, que libros poquitos, pero sí colorines, historietas, tebeos y sellos y monedas antiguos entre tanto cachivache de una época pretérita y para mi desconocida.

Ya lo conté en alguna ocasión, el señor que la llevaba era muy bajito y además de parecerse al Elmer de los dibujos animados de la Warner Brothers, siempre llevaba una bata de color azul cobalto y un lápiz colgado en una de las orejas. Cuando comprabas o vendías algo (en mi caso cómics) se quitaba el lápiz de la oreja, chupaba la punta y escribía las cuentas con letra grande en un cuaderno de tapas amarillas.

Solía ir mucho con uno de esos amigos que luego el tiempo hace que desaparezcan de tu vida aunque cuando nos reencontramos parece que fue ayer cuando nos dijimos adiós, y entre los dos fabricamos la leyenda que aquel gallego que vivió en la Cuba pre-castrista y al que se le encendían los ojos cuando evocaba su vida en La Habana, conocía los secretos del kárate y kung-fu, así que mucho ojo con él.

Recuerdo años más tarde que una familia que tuvo un puesto en el rastro en el que se vendían discos, libros y pósteres y carteles de películas, montaron una por el barrio de Duggi pero no recuerdo ahora su nombre ni la calle y es probable que haya más. No añado el Rastro ni la caseta azul que lleva actualmente un tipo que parece sacado de una película de marcianos y que por su mal carácter me perdió como clientes hace ya muchos años. Una pena, porque ahí conseguí libros curiosos, completé mi colección de títulos de John le Carré y adquirí una biografía del productor Samuel Goldwyn la mar de interesante.

Descubro esta misma mañana que la asociación Blanco y Negro de El Toscal, en la calle de San Marín, organiza desde el 23 de abril al 30 mayo la Feria del Libro Viejo, así que no me la perderé ¿y tú?

En la actualidad, la capital tinerfeña cuenta al margen de los puestos que se diseminan por la superficie del Rastro los domingos y alguna librería que liquida libros, como hizo recientemente Unicornio tras cerrar definitivamente sus puerta hace apenas unas semanas, con Solican y Re-Reader.

Solican se ha convertido para quien les escribe en un referente y en uno de esos espacios que si puede visita todos los días no ya por si encuentra alguna remesa nueva de libros que reciben como donación sino porque me siento bien saludando a los que la llevan y cuando recorro el establecimiento donde las estanterías se doblan por el peso de los volúmenes. Libros que venden a precios de risa, solo a uno o dos euros. Y dinero que dedican para obras de solidaridad con los desfavorecidos. Gran parte de los libros que he comprado en los últimos años (muchos de ellos maravillas no sé si bibliográficas pero sí para mis sentidos lectores) vienen de ahí, un espacio que primero estuvo en el centro comercial que está próximo al Mercado de Nuestra Señora de África aunque hoy se localiza en la calle del padre Anchieta, la que es paralela a la avenida de San Sebastián que viene a morir, precisamente, en ese mismo Mercado de Nuestra Señora de África donde antaño se situaba una señora ¿o era un señor?, que vendía novelas usadas. Ya no lo ves pero recuerdo verlo en ese pasado que cada día se va borrando de mi memoria.

Relativamente reciente y en la calle Imeldo Serís de la capital tinerfeña, la misma en la que se ubicaba Sonora solo que mucho más arriba, se encuentra Re-Read una franquicia de libros lowcost cuyos precios oscilan entre los cuatro euros (uno), seis euros (dos) y doce euros (cinco). Y sí, somos muchos los que todavía lloramos el cierre de El libro en blanco, que estaba situada en la calle de Juan Pablo II (antes del 18 de julio) que fue un agradable experimento entre café y librería (como la Librería de Fran, o Frank, que estaba en la Rambla de Pulido) y en la que se vendían novedades y en el segundo piso, al que se accedía por una estrecha escalera, libros viejos y de ocasión. Lástima que se fueran y que no dijeran ni adiós a sus clientes más exclusivos.

En La Laguna, el lector sin demasiados posibles puede encontrarse con auténticas sorpresas en veteranas instituciones como Tenifer, en la calle de Delgado Barreto que hoy ocupa un local mucho más grande que en donde se encontraba originalmente. Desapareció demasiado rápido La sala de máquinas (calle El Juego, también en La Laguna) aunque abrió hace ya unos años otra de Solican en la ciudad de los Adelantados con precios semejantes a la que encontramos en la capital tinerfeña. En La Laguna se encuentra también Entre Libros pero la verdad es que no sé si continúa abierta o cerró porque hace tiempo que no voy por esa zona (calle de Luciano Ramos Díaz) pero investigando por la red parece que sí está abierta.

Y este es el repaso, veloz como Speedy Gonzales, a las librerías de viejo, de ocasión y libro usado que uno puede encontrarse tanto en Santa Cruz como en La Laguna. Es probable que me deje alguna en el tintero y que en otras poblaciones de la isla de la que soy, Tenerife, se encuentren otros resistentes, como en su día hubo en el Puerto de la Cruz y en La Orotava, donde ignoro si sigue abierta la cafebrería Tifinagh, iniciativa que como El libro en blanco fusiona cafetería con librería, en este caso con libros “perdidos y los nuevos por llegar”.

Y eso es todo de momento. Espero que les haya servido de guía y que visiten estos establecimientos que le dan no ya una segunda oportunidad sino veinte a ese libro que terminó por azares de la vida en una librería donde huele a viejo y a prestado, un aroma que solo los sibaritas son capaces de apreciar porque un libro manoseado, con los lomos reventados o no, esconde además del secreto de las palabras que cuentan historias con hojas muertas en su interior, un calendario de un año que ya pasó o un billete de metro o de avión con rumbo a Madrid o Barcelona. También un puñado de fotos (me ha pasado) en la que aparecen personas que desconoces pero que te sonríen desde ese recuadro en blanco y negro congelados en el tiempo, como si las horas ya no pasaran para ellos.

En fin, que si leer es un mundo, leer un libro usado y de ocasión es toda una aventura. Fíjate en lo que subrayó su anterior lector (más que propietario) e intenta descifrar esas notas escritas de manera apresurada y a lápiz en uno de los márgenes de ese objeto que descansa entre tus manos. Mira a quién está dedicado en puño y letra, y si es de un autor al que reconoces mientras te preguntas porque se deshicieron de él… Probablemente porque falleció quien lo tuvo y la familia para desprenderse lo dejó en esa librería que recoge donativos en cajas de cartón abarrotadas de libros y más libros de editoriales que ya no existen pero por las que sientes, siempre sentirás, una enorme gratitud. Lo mismo que siento por esos establecimientos que hacen que nutra mi biblioteca día sí y día no buscando una sanación que no es perfecta, me consta, pero sí que me ayuda a seguir adelante ya que como dijo don Jorge Luis Borges: “El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo”.

Saludos, lean, carajo, desde este lado del ordenador

No sé si me explico, recuerdos del más que crítico opinador cinematográfico Carlos Boyero

Abril 22nd, 2024

“Yo no hago crítica de cine. No me considero un crítico de cine. No pertenezco a esa cofradía, a esa religión abarrotada de reglas absurdas. He visto a militantes de la cofradía que se quedan profundamente dormidos viendo un espanto iraní o coreano, y que luego salen diciendo: ‘¡obra maestra, absoluta obra maestra!’. A eso lo denominan rigor”.

(No sé si me explico, Carlos Boyero con la colaboración de Borja Hermoso, Espasa, 2024)

Recuerdo en aquella ya lejana infancia a un crítico llamado Alfonso Sánchez que desde la televisión y con voz tartamudeante hizo que muchos sintiéramos esa extraña filia que uno siente por el cine. Filia, por otro lado, tan necesitada de guías que más que enseñar, respalden los gustos de la parroquia.

También en la pequeña pantalla, Antonio Gasset nos enseñó en Días de Cine con su voz particular a que nuestra percepción sobre lo que vemos en pantalla grande ganara mayor espesor, eso sin dejar de lado una ironía irrepetible que crucificaba o no el largometraje del que nos hablaba a través del televisor. Así que gracias a gente como Sánchez primero y más tarde Gasset me ahorré más de una entrada al fiarme mucho de sus opiniones cinematográficas.

España, sobre todo tras la muerte del general Francisco Franco, comenzó a dejar espacio en los periódicos a la crítica cinematográfica. También aparecieron revistas que apenas dañaron en ventas a la decana Fotogramas aunque hay alguna como Dirigido por… que continúa en activo. En aquellos tiempos y cuando ya pude empezar a comprar revistas especializadas no me aboné nunca ni a Fotogramas ni al Dirigido por… pero sí a Casablanca, que puso en marcha el más tarde cineasta Fernando Trueba y un grupo de amigos entre los que se encontraba Carlos Boyero.

Boyero ha sido desde ese entonces una referencia para quien ahora les escribe para ir o no ir a ver una película. Me gusta como escribe y me gusta sobre todo que escriba con honestidad y en primera persona. Es decir, que comente una película desde el corazón y ya no tanto desde la cabeza. El cine para Boyero debe ser un arte que acaricie e incluso arañe el espíritu, que sepa conmover. La cabeza atiende a otro tipo de ocupaciones y ninguna tiene que ver con los sentidos.

Con esto lo que se quiere decir es que Carlos Boyero, guste o disguste, es una leyenda en el universo de la crítica cinematográfica en España, y ahora que se anuncia que se retira a sus cuarteles de invierno, ha sido el protagonista de un divertido documental, El crítico, y ahora de un libro de memorias titulado No sé si me explico (Espasa, 2024) escrito con la colaboración de un buen y viejo amigo, Borja Hermoso, y en la que desgrana algunos fragmentos de su vida (pocos, la verdad) para centrarse en sus filias y fobias, también en sus gustos como espectador, lector y oyente porque el cine, los libros y la música forman el triángulo de las preferencias de un hombre confeso consumidor cultural que ha tenido encima el privilegio de hablar de sus filias y fobias en dos de los periódicos de más tirada de este país que se nos perdió hace años, así como la de colaborar en un programa radiofónico y de conducir un espacio de televisión en aquel canal de pago del que resultaba tan difícil darse de baja (que me lo digan a mi).

La parte más atractiva de estas memorias ligeras, más reflexiones sobre cosas que le importan que repaso a una vida, son aquellas en la que Boyero habla de cine, de libros y de cine. No me resultan tan interesantes sus opiniones sobre el alcohol y las drogas, tampoco de su relación con las mujeres que, según cuenta, casi es la de un Casanova con sus más y sus menos. Lo demás son opiniones que suelta sobre sus amigos, a los que quiere mucho, y ellos a él también; sus viajes y su entrañable relación con los niños. Todo más o menos sabido por quien le sigue la pista desde hace unos años. Y no solo a través del chat que llevó en el periódico El Mundo y más tarde en El País.

Su criterio conecta prácticamente con el mío e imagino que con el de muchos otros lectores porque nuestros gustos culturales son semejantes. En este aspecto, no es que Boyero pontifique, que no lo hace, ese trabajo se lo deja a la crítica “rigurosa” empeñada en demostrar que sabe más que nadie, sino que a través de sus artículos, de sus confesiones cinéfilas formó y supo conectar con legiones de espectadores.

En Carlos Boyero se da además un caso extraño ya que debe ser uno de los pocos críticos de cine de este país al que pidieron su cabeza gente como Pedro Almodóvar y en un manifiesto muy cuestionable cineastas a los que presumía inteligentes como Víctor Erice y José Luis Guerín, entre otros. ¿El motivo?, no les gustaba sus más que críticas, sinceras opiniones sobre sus respectivas películas. De todo este follón habla en el libro, pero no hace mucha sangre.

Sí que hecho en falta en No sé si me explico una galería de fotografías (haberla tiene que haber y muchas de ellas, pongo la mano en el fuego, divertidas) pero estas carencias se suplen con la forma de pensar de un hombre que ha hecho casi toda la vida lo que le vino en gana. Una lección de vida, o el triunfo de la cigarra sobre la espartana hormiga.

Acostumbrado a no morderse la lengua, Boyero da un repaso a algunos personajes que, como un escritor y periodista tinerfeño que aparece en el libro, no salen lo que se dice muy bien parado. Con otros, por el contrario, muestra un afecto especial. Ese afecto que se convierte en cariño y que uno imagina que es marca de la casa, una seña de identidad de Carlos Boyero.

Pero llamar a No sé si me explico memorias es demasiado porque no lo son. Son en todo caso recuerdos que se han ordenado en capítulos (25 en total) en los que habla de su Salamanca natal, ciudad con la que mantiene una relación de amor y odio y su amor por el cine, las mujeres, las drogas, el sexo… No son capítulos densos sino más bien conversaciones que uno podría mantener con él en la barra de un bar o en la mesa de un restaurante compartiendo una buena comida y un vino de excelente cosecha. El hedonismo de un hombre que se confiesa de izquierdas pero al que le gusta vivir como un burgués acomodado, lo que no tiene nada de malo. La pregunta que uno se hace al llegar al final del libro es ¿cómo demonios lo hizo?

Mucho me temo que la respuesta se la llevará al otro mundo. Ni él mismo se lo explica en el último e interesante capítulo de la obra. Un autorretrato, El tal Boyero, que dibuja con palabras y en el que escribe:

“A Carlos no le gusta Boyero. Está un poquito harto de él. No se llevan bien” claro que, concluyo, no sé si se explica…

Saludos, canela en rama, desde este lado del ordenador

Picadura mortal, una novela de Lourdes Ortiz

Abril 19th, 2024

Entre los escritores/as de novela negra de fuera, los que no son ni nacidos ni residentes en Canarias, quise desde que tengo memoria leer Picadura mortal, de Lourdes Ortiz. Y digo bien por el interés que me despiertan las historias que se escriben de este género que se desarrollan en Canarias, con independencia de la isla en la que transcurra el relato.

Lo hizo así Manuel Vázquez Montalbán, quien sitúa a su Pepe Carvalho en un Tenerife de los años 80. Se trata de un cuento, El barco fantasma, que más que el caso que tiene que desentrañar lo que importa, o lo que hace vibrar al relato es su retrato de un Santa Cruz de Tenerife mucho más provinciano que el actual, y en la que el pobre detective acostumbrado a tirar al fuego de la chimenea los libros de su biblioteca, se las ve y se las deseas para encontrar un restaurante en el que le sirvan comida canaria. No lo encuentra, y piensa una gran verdad y es que un “pueblo que no bebe su vino ni come su queso, tiene un grave problema de identidad”. Al final, termina almorzando pescado fresco en La casita de madera pero no recuerdo si resuelve la investigación que, como dije, es lo de menos en esta historia de Carvalho.

La primera novela de Cupido (El nacimiento de Cupido), personaje creado por Eugenio Fuentes, se desarrolla también en Tenerife y La niebla y la doncella, de Lorenzo Silva, transcurre en La Gomera. La historia forma parte de la serie que protagonizan el sargento Bevilacqua y su compañera la cabo Chamorro de la Guardia Civil. Pero si hay una novela que ofrece una insólita pintura de Gran Canaria y por extensión de los canarios esa es la que protagoniza el comisario Bernal, de la Brigada Criminal, en la novela Puerto de Luz, escrita por David Serafín (pseudónimo de Ian Michael).

Debe de haber más personajes de la literatura negra española que hayan terminado con sus huesos en estas islas. Isla, en esta ocasión la de Gran Canaria, a la que viaja la investigadora privada Bárbara Arenas para resolver la desaparición de un magnate del tabaco, conviviendo con su familia unos días.

El rasgo que distingue Picadura mortal en el universo literario negro nacional es que se trata de la primera detective mujer de esta literatura en España. Y de una mujer como Bárbara Arenas, una investigadora que no se calla las cosas, que le gusta vivir siempre mirando hacia adelante y que no le tiene miedo a casi nada, y si son hombres en un mundo de hombres, mucho menos.

Bárbara Arenas es una mujer con todas sus letras. Letras literarias. El caso es que te acompaña si te metes de lleno en la novela aunque salgas algo decepcionado por la visión miope, de turista, que hace de la isla. Isla, por otra parte, que es más un escenario que un territorio real. Tampoco resulta demasiado real el retrato que hace de la familia del magnate tabaquero.

Picadura mortal me parece un libro fallido al que le falta retrato social, lo que hace que no me lo crea, y que lo lea con el mismo entusiasmo con el que uno ve un Estrenos TV. Se deja ver, se deja leer, pero las cosas que pasan te resultan indiferentes así como sus personajes, pero esto se debe a que el espacio en el que se mueven resulta artificial, una pieza más del decorado.

Llevaba años detrás de esta novela. Uno por razón histórica que ya he contado, que Bárbara Arenas sea oficialmente la primera mujer detective en la literatura negra y criminal española, y el otro que se desarrollara en Gran Canaria, y uno de los atractivos con que cuentan todos esos libros escritos desde fuera sobre lo nuestro, es que a veces dan visiones muy objetivas sobre lo que somos, solo que somos incapaces de verlo porque lo vemos todos los días.

No hay esta voluntad en la novela de Lourdes Ortiz, de hecho lo que propone es una visión lejana, de esas que parecen que se ven por la ventanilla de un coche, ese paisaje que pasa y se aleja a medida que el automóvil avanza por la carretera. En cuanto al retrato que puede hacer de los isleños hay muy poco salvo a un personaje al que se llama “la canaria”, lo que irrita un poquito por el tono de retintín. La esposa y los hijos del desaparecido no tienen acento y carecen de color local. Tampoco me interesa conocer si ha sido asesinado el empresario por cualquiera de los miembros de esa familia que juega a ver quién hereda el imperio.

Picadura mortal se publicó a finales de los años 70 y la situación en este país poco o nada tiene que ver con la actual. Eran otros tiempos, con otros comportamientos, y que un personaje femenino se convirtiera en protagonista de una historia en un género que hasta ese entonces parecía coto privado para hombres, Lourdes Ortiz presentó a su Bárbara Arenas para decirles a todos que en ésta como en todas las literaturas podían competir las mujeres.

Ésta y no otra es la grandeza de esta novela que, por desgracia, no llegó en el momento oportuno aunque gracias a ella aparecerían años después personajes más inspirados como Petra Delicado, de la escritora Alicia Giménez Bartlett.

Saludos, se ha dicho, desde este lado del ordenador

Brevísimos

Abril 18th, 2024

UNICORNIO REABRE PARA LIQUIDAR EL MATERIAL DE LIBROS Y OBJETOS QUE AÚN CONSERVA

La librería Unicornio que cerró definitivamente sus puerta este año por la jubilación de Cristóbal Hernández Torres y María Dolores Lapuente Montoro, anuncia a través del primero que este viernes y sábado volverán a reabrirla para liquidar todo el material que aún les queda. Lo horarios serán de 10,30 a 13 y de 17 a 20 el viernes y de 10,30 a 13 el sábado. El establecimiento colgó hace unos meses el cartel de cerrado tras llevar 37 años abierta en la calle de Santa Rosalía, nº 24, en pleno barrio de El Toscal.



SOLO UNA VEZ, DE GUILLERMO RÍOS, UNA DE LAS PELÍCULAS MÁS VISTA EN NETFLIX ESPAÑA

La ópera prima de Guillermo Ríos, Solo Una Vez, tras su estreno en Tenerife en junio de 2021 y en 61 salas de toda España al mes siguiente llega ahora llega a Netflix, donde tras su estreno el pasado 14 de abril, ha conseguido situarse en el número dos de las películas más vistas en la plataforma en España. Solo una vez cuenta la historia de Eva y Pablo, una pareja de profesionales que tiene que acudir a la consulta de Laura, una psicóloga especialista en violencia machista, cuando él es denunciado por maltrato.

Saludos, jueves, desde este lado del ordenador